El Viajero: Un Extraño en un Mundo sin Fronteras

Publicado el 09/03/2024
Fiestas de Asturias

En la búsqueda incansable de explorar horizontes más allá de las fronteras familiares, el viajero se sumerge en un océano de culturas, idiomas y paisajes desconocidos. A medida que pisa tierras nuevas, se enfrenta a la reveladora verdad de que, en realidad, no existen tierras extrañas. Es el propio viajero quien, con su visión fresca y perspectiva singular, se convierte en el verdadero extraño en este vasto mundo.

Desde tiempos inmemoriales, el anhelo de descubrir lo desconocido ha impulsado a la humanidad a navegar mares, atravesar desiertos y recorrer continentes. Sin embargo, en esta era moderna de conexiones globales, el concepto de lo "extraño" se desdibuja. Las distancias se acortan, las culturas se entrelazan y las barreras lingüísticas se desvanecen gradualmente. En este contexto, el viajero se encuentra ante una revelación sorprendente: la tierra en sí misma no es extraña; es su percepción la que coloca el manto de lo desconocido sobre los lugares.

Cada nuevo destino ofrece un espejo en el que el viajero se refleja como un observador ajeno. Las costumbres locales, las tradiciones arraigadas y las peculiaridades cotidianas se presentan como un tapiz exótico que despierta la curiosidad del viajero. En este escenario, el forastero no es la tierra ni sus habitantes, sino aquel que llega con una mochila cargada de expectativas, preconceptos y un lente singular a través del cual ve el mundo.

El verdadero desafío del viajero no radica en explorar lo "extraño", sino en despojarse de la noción de extrañeza. Es aprender a contemplar cada encuentro como una oportunidad para comprender, apreciar y conectarse más allá de las diferencias aparentes. El viajero auténtico no busca convertirse en un intruso en tierras ajenas, sino en un participante respetuoso que se sumerge en la riqueza de la diversidad humana.

En este viaje, el individuo descubre que la verdadera extrañeza yace en la negativa a aceptar y abrazar la variedad del mundo que le rodea. Aquel que se aferra a la familiaridad se vuelve ajeno a la riqueza de la experiencia humana en su totalidad.

La paradoja se revela: el viajero, en su intento por descubrir la extrañeza, encuentra la familiaridad en lo desconocido. Es al deshacerse de las barreras mentales y las etiquetas preconcebidas que se desvela la auténtica conexión con el mundo, convirtiendo lo aparentemente extraño en un territorio familiar.

En resumen, el viajero no es un intruso en tierras extrañas, sino un explorador en un mundo diverso y fascinante. Es el forastero que, al abrir su mente y corazón, despierta a la comprensión de que no existen tierras verdaderamente extrañas, sino la oportunidad infinita de descubrir la familiaridad en lo aparentemente desconocido.



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